Jueves 28 de Julio del 2011

Panqueques de rockandroll, 4to Rock Frezt.

[singlepic id=81 w=320 h=240 float=] “Todos sabemos por lo que estamos acá, esto más que una oda a la muerte, es una celebración por la vida…”; reza Delsoliloquio a través de Juan. Abrir la noche no es nada simple, o nada complejo, la noche es incierta, pero “Delso” ya es historia de los que saben. […]


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“Todos sabemos por lo que estamos acá, esto más que una oda a la muerte, es una celebración por la vida…”; reza Delsoliloquio a través de Juan. Abrir la noche no es nada simple, o nada complejo, la noche es incierta, pero “Delso” ya es historia de los que saben. La verdad es que a todos nos invade el recuerdo etílico, intelectual y/o emotivo. Hoy, fuerza, mantengo, magma, flor, amor… amor…..olor, olor, flor, flor, gen, origen, a la vuelta nos vemos, fiesta eterna, amistad…SABORES!

Podíamos tener quizás en primera fila a un Lihn,  a un Galeano, o al amigo de siempre, de las noches y los días, el que por hoy no merece perder protagonismo. Delsoliloquio es así, es individualista, pero su historia se construye a su entorno, la construyen sus hermanos, Delsoliloquio abre el homenaje contradictorio a un gran socio, ya no es un monólogo, somos más de 30 almas rememorando y absorbiendo la dulzura de lo que no quiso pasar sin dejar huella, en aquel primer piso del Bar La Cantera. Delsoliloquio vuelve, está vivo, quizás por un instante, pero está vivo, y vocifera, con alaridos hasta el más allá, con gritos hasta el más allá, les comunica, les dice que no vuelvan, que se queden allá, que las cosas siguen igual por acá, que no vale la pena, que no vale la pena volver, más que por una noche.

Somos muchos los reunidos, somos muchos los que tuvimos la suerte de compartir algún instante con la persona objeto del homenaje, somos pocos a la vez. Somos muchos los que oímos historias de bicicletas, de guitarras, de vinilos, de hermanos, de ensoñaciones, de futuro. Pero qué más da, si como ya enunció Delsoliloquio, esta es una fiesta de la vida, como todos sabemos que le gustaría a Esteban, de vida y de brindis.

Todos brindamos, brinda Kdaver Exquisito por el Kbezón, y brinda también Sin Fronteras que saltó al escenario improvisado en tercer lugar, con la altanería y humildad que solo ellos pueden tener. Les falta un integrante, está en el sur del país, quizás les falta otro integrante, que según advierte Iván (vocalista) está por allá arriba deleitándose, o por allá abajo deleitándose también sometiendo al mismo cola de flecha. No importa, Sin Fronteras es calle, Sin Fronteras es punk rock sonoro y veleidoso, es punk rock que se escribe con la sangre de la experiencia, para los amigos, los que se fueron y los que quedaron, también  para los que están por irse. Sin Fronteras es rabia que se niega a envejecer, y está con nosotros manteniéndonos frescos.

Iván se despide, solo por un instante, sabemos y creemos en que volveremos a escucharlos. Irónicamente la despedida a Sin Fronteras la da “Los hijos muertos del rock and roll” de Arsénico, un saborizante artificial adormecedor.

Todo este surrealismo cebado y destilado da paso a la cuarta intervención, Cajitas Rectangulares. No hay verbalización, la banda se para en el escenario e irrumpe, ya no hay nada que decir, solo hay que sonar ( o soñar?), solo hay espacio al ruido, al desenfreno, y para eso Cajitas Rectangulares tiene licencia. Cuento aparte. Homenaje cumplido, en silencio, y ruidoso.

Ya eran las 2 de la madrugada y el piso de tablas del primer piso del Bar La Cantera  era un lodazal. Las remembranzas no se hicieron esperar; Domus Bar, Paraguaplégico, Faz Roido, Adelaida, Fatiga de Material, Rectangulares, SinFro, Delso, los amigos mismos, la vida misma. Kafarenass que cerraba el show, Kafarenass los de siempre y los de nunca, la sorpresa eterna. Víctor sobre los amplificadores era como la alegoría de lo que tu jefe nunca te permitirá ser. Víctor como el cable a tierra de una generación disminuida por las manos en los bolsillos. Bailamos, nos abrazamos, nos golpeamos, rememoramos, reconstruimos, fuimos nosotros mismos, caímos al suelo abrazados, bailamos y reímos, sonamos, cantamos y tuvimos que callar, porque la noche acabó, como todo acaba, como la vida acaba para algunos y sigue para otros, y se convierte en homenaje, en agradecimiento, en la vida misma.

Así se vive un homenaje, así se vive cada día.

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